top of page

Gozos

Dulce Jesús mío,

mi niño adorado:

¡Ven a nuestras almas,

ven no tardes tanto!

 

¡Oh! Sapiencia suma

del Dios soberano,

que al nivel de un niño

te hayas rebajado.

¡Oh! Divino Niño,

ven para enseñarnos

la prudencia que hace

verdaderos sabios.

​

Del débil, auxilio,

del doliente, amparo,

consuelo del triste,

luz del desterrado.

Vida de mi vida,

mi dueño adorado,

mi constante amigo,

mi divino hermano.

 

¡Oh! Luz de los cielos,

sol de eternos rayos,

que entre las tinieblas,

tu esplendor veamos.

Niño tan precioso,

dicha del cristiano,

luzca la sonrisa

de tus dulces labios.

 

Tú te hiciste niño

en una familia

llena de ternura

y calor humano.

Vivan los hogares

aquí representados

el gran compromiso

del amor cristiano.

 

Rey de las naciones,

Emmanuel preclaro;

de Israel, anhelo,

pastor del rebaño.

Niño que apacientas

con suave cayado,

ya la oveja arisca,

ya el cordero manso.

 

Ábranse los cielos

y llueva de lo alto

bienhechor rocío

como riego santo.

Ven hermoso Niño,

ven Dios humanado,

luce, hermosa estrella,

brota flor del campo.

 

Haz del Atlántico

una gran familia

y siembra en nuestro suelo

la justicia y la paz.

Danos fe en la vida,

danos esperanza,

y un amor sincero

que nos una más.

 

Niño del pesebre,

nuestro Dios y hermano,

tu sabes y entiendes

del dolor humano.

Que cuando suframos

dolores y angustias,

siempre recordemos

que nos has salvado.

 

Ven que ya María

previene sus brazos,

su Niño vea,

en tiempo cercano.

Ven que ya José

con anhelo sacro,

se dispone a hacerse

de tu amor sagrario.

 

Ven, Salvador nuestro,

por quien suspiramos.

¡Ven a nuestras almas,

ven no tardes tanto!

bottom of page